En la variedad infinita de formas del zoológico humano
existen momentos donde lo bizarro encuentra su máxima expresión.
Yo diría que no hay campo más fértil para la manifestación de lo
grotesco que los cuerpos humanos. Esto sucede cuando el cuerpo
se vuelve tan para sí mismo, tan dueño de sí mismo, tan
narcisista, que entra en un tornillo en una dimensión sin
vuelta, donde paradójicamente, deja de tener un dueño
específico, ser de determinada persona, y abandona su alma
detrás de un ideal de belleza que la mayoría de las veces parece
ser sacado de un muñeco de plástico de 20 centímetros de altura.
La inutilidad alcanza su máxima potencia con
sacrificios constantes, con un gasto de tiempo y de energía
inconmensurables. Es el cuerpo inflable al borde de su
resistencia superficial, de dentro hacia fuera, pero también de
afuera hacia adentro. Puro objeto de un proyecto de placer que
se presenta de la forma más pudorosa posible, este cuerpo grita
delante del espejo "Me ama, I’ve saved my builded body!”.
Bizarro es estar de moda. Bizarro es ser normal.
Bizarro es existir para ser el ser visto. Y Liberteta no es
bizarra. Liberteta es un cuerpo-máquina hecho a partir de
arreglos combinatorios de los engranajes de la felicidad de ser
y estar en un cuerpo femenino. Liberteta es sexy porque es
divertida. Es atractivo porque es muy feliz vagando sobre la
masa hecha de los exuberantes y recatados cuerpos huecos de los
consumidores de cuerpos huecos. A éstos, intenta alegrarles la
vida con lluvia de la dulce y cálida leche materna que chorrea
abundantemente a cada giro completo de su cuerpo mutable. Es
fuerte porque se auto reproduce y se multiplica a cada golpe
sufrido. Es hermosa porque es libre y porque sabe transformar el
ruido flojo de los golpes de los cuerpos vacíos entre sí, en
música. Y es esa canción que Liberteta nos invita a bailar.
¡Entonces bailemos como ella, con ella, entre nosotros, con
nuestros honestos y amorosos cuerpos presentes!
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire